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En fuga continua de mi propia prisión.

viernes, mayo 22, 2009

Telegrama

Saliendo del cine. De ver La belle personne, de Christophe Honoré. Inspirada en La pricesa de Clèves, de Mme. Lafayette. Y, añado yo, en Candy, Candy, la serie japonesa de nuestra infancia. En las calles de Madrid hace calor. Aún no es de noche. Nada que ver con los grises parisinos de la película. Se escuchan los vencejos. Observo las copas de los árboles. Me fijo en la cruz de la iglesia de Nuestra Sra. de los Dolores. Estampada sobre el cielo. En las esquinas, grupos de adolescentes. Se empujan levemente los unos a los otros. Se agarran de los bolsillos. Tampoco se parecen a los de la película. Esos estaban mejor vestidos, mejor peinados. Como los de Candy, Candy. Mensaje de F. À la recherche du temps perdu. Una frase. De la película. "Si somos personas como las demás, nuestro amor será normal. Nos amaremos durante un tiempo. Pero, ¿por cuánto tiempo? No hay amor eterno. Ni siquiera en los libros. No habrá milagro para nosotros. No somos más fuertes que los demás". Una vez cazado, el amor nos lo comemos. Luego toca defecarlo. El amor es un peligro.