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En fuga continua de mi propia prisión.

martes, noviembre 29, 2011

Sobre Francia

Creo que las identidades no son inmanentes. Creo que son contingentes, inestables. Lo que no quita que "crea" en ellas:

"El siglo más francés es el XVIII. Es el salón convertido en universo, es el siglo de la inteligencia con encajes, de la finura pura, de la artificialidad agradable y hermosa. Es también el siglo que más se aburrió, que dispuso de demasiado tiempo, que sólo trabajó para pasar el tiempo".

"Una agudeza vale tanto como una revelación. Una es profunda, pero no puede expresarse, la otra es superficial, pero lo expresa todo. ¿Acaso no es más interesante realizarse en la superficie que desarmarse con la profundidad?".

"¿Qué ha amado Francia? Los estilos, los placeres de la inteligencia, los salones, la razón, las pequeñas perfecciones. La expresión precede a la naturaleza".

"La divinidad de Francia: el gusto, el buen gusto, según el cual, el mundo -para existir- debe gustar, estar bien hecho, consolidarse estéticamente, tener límites, ser un encantamiento de lo aprehensible, un dulce florecimiento de la finitud".

"Un pueblo de buen gusto no puede amar lo sublime, que no es sino la preferencia del mal gusto elevado a la monumentalidad. Francia considera todo lo que supera la forma una patología del gusto. Su inteligencia tampoco admite lo trágico, cuya esencia se niega a ser explícita, como lo sublime. Por algo Alemania -das Land der Geschmacklosigkeit (el país del mal gusto)- ha cultivado los dos: categorías de los límites de la cultura y del alma".

"¿Francia? El rechazo del misterio".

"¿Existe un pueblo menos sentimental? El corazón del francés sólo se enternece con los cumplidos bien formulados".

"Los franceses, desde su nacimiento, han permanecido en su tierra, han tenido una patria física e íntima que han amado sin reservas y no han humillado mediante comparaciones; no han estado desarraigados en su país, no han vivido el tumulto de una nostalgia insaciable".

"Podría ser que, a fin de cuentas, la civilización no fuera otra cosa que el refinamiento de la trivialidad, el pulido de las cosas minúsculas y el mantenimiento de un poco de inteligencia en la accidentalidad cotidiana, es decir, volviendo la tontería natural tan soportable como posible, al envolverla en gracia y darle el lustre de la finura. Es indudable que entre los franceses es entre quienes encontramos a menos imbéciles profundos, irremediables, eternos".

"Ser superficial con estilo es más difícil que ser profundo. En el primer caso hace falta mucha cultura; en el segundo, un simple desequilibrio de las facultades".

"El refinamiento sexual es la muerte de la nación".

"Si Francia tiene aún una razón de ser, es la de realzar el escepticismo de que es capaz, el de darnos la clave de las incertidumbres o de moler nuestras certidumbres".

"Cuando Europa esté cubierta de sombras, Francia seguirá siendo su tumba más viva".

"Francia es Nuestra Señora de París reflejada en el Sena: una catedral que rechaza el cielo".

"Desde luego, Francia es un organismo, pero en su desarrollo ha alcanzado tan algo grado de perfección, que encuentra mejor sus símbolos en las figuras geométricas que en los accidentes del devenir biológico".

"Francia, país del medio, entre el Norte y el Sur, es un Mediterráneo con un suplemento de bruma".

"Aunque comprendo infinitamente mejor a los romanos del final, reblandecidos por el vicio, la incertidumbre y el lujo, que a los de la grandeza, ásperos, sanos y confiados en sus ídolos, conservo en alguna parte el respeto a los altares de la ilusión y los templos nunca debilitados por la ironía. Cuando Catón el Viejo decía que dos augures no podían mirarse a la cara honradamente sin romper a reír, lo creo, no sin añorar las vitales supersticiones. Una vez abolidos nuestros símbolos por la lucidez, la vida es un amargo deambular entre templos abandonados". (Tuve esa visión en mi cuento A los dioses huidos).

"Un país es grande no tanto por el alto grado de orgullo de sus ciudadanos cuanto por el entusiasmo que inspira a los extranjeros, por la fiebre que transforma en satélites dinámicos a personas nacidas bajo otros cielos. ¿Acaso hay en el mundo un país que haya tenido tantos patriotas procedentes de otra sangre y otras costumbres? ¿Acaso no hemos amado Francia con más ardor que sus hijos? (...) ¿qué otro país habría reunido homenajes y rechazos más halagadores?"

"Sea cual fuere la dirección, la meseta o el sendero por los que orientemos nuestros pasos, Francia no morirá sola, expiaremos juntos el gusto extrafalario de la fugacidad y, sea cual fuera la esperanza que abriguemos, la carga de esa herencia volverá a arrojarnos - eso es seguro- desde el corazón del porvenir hacia sus confines".

E. M. Cioran. Sobre Francia.