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En fuga continua de mi propia prisión.

sábado, abril 18, 2009

Tristón

Hoy he tenido ganas de llamar a mi madre y decirle que estoy tristón. Ella me hubiese preguntado: ¿por qué, hijo?, y lo le hubiese dicho pues no sé mamá, por todo y por nada, por el día que ha estado nublado, por el ligero chaparrón que ha golpeado las ventanas al caer la tarde, porque he estado leyendo a Chéjov y escuchando a Bach, porque quizás estoy un tanto cansado de ser yo mismo, porque tú me cuidabas mejor de lo que yo me cuidaré nunca a mí mismo, porque hay días que me siento muy solo, aun estando acompañado, por mis primeras lecturas, que fueron los decadentistas y esa joya de la tristeza que es El bosque de la noche, porque F. está muy lejos, porque hoy tuve resaca y ahora me duele un poco la cabeza, porque tengo los pies fríos, porque la casa no tiene flores frescas y la planta que compró F. se está afligiendo como yo, porque todo es muy difícil y tú lo sabes, porque tengo pendiente un sinfín de cosas que siempre he creído importantes y quizás no las haga nunca, porque crecer es complicado, por cómo se derrama hoy la luz de las bombillas sobre la casa vacía, porque me siento derrotado y siento haber perdido muchas batallas mínimas, porque echo de menos esos días en que estaba enfermo, de pequeño, y te escuchaba hacer tus quehaceres por la casa cuando volvías del trabajo, porque me encantaba que me pusieses el termómetro y leer libros entre el calor de mi propia fiebre y de tus sábanas, porque me siento un poco perdido y nada encontrado, porque los días se pasan sin clemencia, porque no me ocurre nada grave y fíjate todo lo que te cuento, porque me he instalado en el desencanto, porque menos el tuyo no me acabo de creer del todo el cariño ajeno, o me lo creo pero nunca es en la medida que yo necesito, porque, igual, estoy un poco deprimido, como tú el año pasado, porque he perdido cierto ángel y el de la guarda se olvida a veces de mí, porque la vida es triste en estas latitudes y mis ilusiones están un poco mojadas, como las ventanas de la casa, porque mi propia pena es mi peor consejera y me vuelve inactrativo y porque, mamá, te costó mucho trabajo sacarme adelante y mira cómo me encuentro...