Ayer era la fuente en mitad del inadvertido patio, verde veronés invitando al reposo.
Hoy era la campana herrumbrosa de la linterna del ayuntamiento, verde cadmio abdicando bajo la lluvia.
(Esta tarde, al buscar un hueco donde apuntar algo en un viejo cuaderno, tu caligrafía me ha estremecido como una aparición).
Los graffiti que dejó la soldadesca del emperador en las paredes de Villa Farnesina durante el saqueo de Roma.