Imaginemos un juego.
Imaginémoslo, en este día de bochorno y olor a tierra mojada.
Imaginemos por un momento que el nombre, nuestro nombre de pila, no nos es dado al nacer sino que debemos hacer "méritos" para conseguir uno.
Imaginemos que el nombre deja de ser un capricho, una promesa, un deseo de otros... y se convierte en una descripción, en un premio, en la última pieza por encajar del puzzle.
Imageninemos que somos una trans, un artista, un heterónimo, un alter ego literario.
Un santo en busca de advocación. Un cuadro en busca de título.
Imaginemos una fiesta, la del rebautizo, en la que los presentes, algunos conocidos, otros amigos y otros absolutos desconocidos, se pusieran nombres en función de lo que parecen o "son", según el grado de conocimiento y relación que los una entre sí.
La pregunta es clara: ¿con qué otro nombre bautizaríais al que escribe estas palabras? Pensadlo bien...