Parece el nombre de una zarina muerta...
Sin embargo, con el narcótico, ni siquiera siento que se me escapan los últimos días de este año...
Me cuesta escribir...
jueves, diciembre 29, 2005
viernes, septiembre 02, 2005
Traducción española actual de un texto alemán del siglo XIX
"Hay dos especies de genios: uno que ante todo fecunda y quiere fecundar a otros, y otro al que le gusta dejarse fecundar y dar a luz. Y de igual modo, hay entre los pueblos geniales unos a los que les ha correspondido el problema femenino del embarazo y la secreta tarea de plasmar, de madurar, de consumar -los griegos, por ejemplo, fueron un pueblo de esta especie, asimismo los franceses-; y otros que tienen que fecundar y que se convierten en causa de nuevos órdenes de vida, -como los judíos, los romanos, ¿y, hecha la pregunta con toda modestia, los alemanes? -pueblos atormentados y embelesados por fiebres desconocidas, pueblos irresistiblemente arrastrados fuera de sí mismos, enamorados y ávidos de razas extrañas (de las que se "dejan fecundar") y, en esto, ansiosos de dominio".
Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal
Friedrich Nietzsche, Más allá del bien y del mal
jueves, septiembre 01, 2005
Perspectiva (pastiche metafórico)
Leo, a propósito de un barrio residencial creado en París en los años treinta: "La ubicación espacial firme, hiperrectilínea, más la hipóstesis aplicada del artista (según la cual el hombre, al tener una posición vertical, tiende a conformar una mirada horizontal sobre las cosas) con ventanas siempre horizontales y largas, crea una atmósfera palpable de algo semajante a una curva rectora".
Desde la terraza de hotel en la que me encuentro ahora veo el mundo con perspectiva: distintos planos de árboles, casas y montañas, y el azul cambiante del cielo al fondo. En Sevilla, ciudad en la que vivo, la perspectiva que obtengo desde mis balcones se condensa en un solo plano, como en la pintura primitiva anterior a Giotto.
Luego leo sobre Ronda: "La defiende esa serranía cuyo laberinto define Manuel de Lope en Ibería como un bulto confuso de hombres dormidos". ¿Gigantes, quizá? A mi alrededor observo las montañas, como budas sentados en la postura del loto.
Tendemos a conformar una mirada horizontal, sí. Y un pensamiento con perspectiva.
Sevilla la llana... sólo la cuenca del río permite obtener descanso para la vista. Y paz, esa paz anhelada.
Desde la terraza de hotel en la que me encuentro ahora veo el mundo con perspectiva: distintos planos de árboles, casas y montañas, y el azul cambiante del cielo al fondo. En Sevilla, ciudad en la que vivo, la perspectiva que obtengo desde mis balcones se condensa en un solo plano, como en la pintura primitiva anterior a Giotto.
Luego leo sobre Ronda: "La defiende esa serranía cuyo laberinto define Manuel de Lope en Ibería como un bulto confuso de hombres dormidos". ¿Gigantes, quizá? A mi alrededor observo las montañas, como budas sentados en la postura del loto.
Tendemos a conformar una mirada horizontal, sí. Y un pensamiento con perspectiva.
Sevilla la llana... sólo la cuenca del río permite obtener descanso para la vista. Y paz, esa paz anhelada.
martes, agosto 30, 2005
La posibilidad de una isla
"El único contenido residual de izquierdas de esos años era el antirracismo, o más exactamente, el racismo antiblanco".
Michel Houellebecq
En la fotografía, Houellebecq aparece con el desaliño característico del escritor francés posterior a Sartre, sin afeitar (desde hace poco), con una raída chupa de cuero, cigarrillo negro y medio consumido entre los dedos, sostenidos en el aire al estilo de la mano bendecidora de Jesucristo. Veo en Houellebecq el cinismo del malo que ya no tiene excusas para hacerse el bueno, la impotencia de una caridad heterosexual de izquierdas que no sirve para nada... la posibilidad de una isla, que es ninguna.
Posiblemente me compre su nueva novela.
Es una forma de contribuir a su riqueza personal, una forma de compensar su "triste decadencia".
Michel Houellebecq
En la fotografía, Houellebecq aparece con el desaliño característico del escritor francés posterior a Sartre, sin afeitar (desde hace poco), con una raída chupa de cuero, cigarrillo negro y medio consumido entre los dedos, sostenidos en el aire al estilo de la mano bendecidora de Jesucristo. Veo en Houellebecq el cinismo del malo que ya no tiene excusas para hacerse el bueno, la impotencia de una caridad heterosexual de izquierdas que no sirve para nada... la posibilidad de una isla, que es ninguna.
Posiblemente me compre su nueva novela.
Es una forma de contribuir a su riqueza personal, una forma de compensar su "triste decadencia".
lunes, agosto 22, 2005
Hipertextualidad (la luna y Lorca)
¿Dibujó Lorca la luna "tal cual es" o yo la veo "tal cual la dibujó Lorca"?
Hoy está a algunos metros de la cima de la montaña, hermosa como la yema de un huevo frito bien hecho, con esos ojos tristes y grandes de tragedia lorquiana...
Abajo el pueblo, con sus luces mal repartidas, caprichosas, humanas.
Hoy está a algunos metros de la cima de la montaña, hermosa como la yema de un huevo frito bien hecho, con esos ojos tristes y grandes de tragedia lorquiana...
Abajo el pueblo, con sus luces mal repartidas, caprichosas, humanas.
domingo, agosto 21, 2005
Ayuno
Inicio mis vacaciones de silencio. La excusa: terminar la tesina.
Ni a la postre ni actualmente puedo afirmar que se trate de una excusa. Más bien consiste en la piedra angular y vertebradora de estos días de retiro en mitad del bosque.
Lo cierto es que ante este diario de escritor en ciernes queda mucho mejor afirmar que he venido hasta aquí en busca de silencio, silencio a secas. En todo caso, silencio como medio para escribir una novela, jamás una tesina. ¡Qué extravagancia!.
Se amplifica el eco, el eco que provocamos al movernos, al comer, al abrir las puertas, al estar en silencio.
Observo cómo la persona que está sola tiene vía libre para escucharlo todo. Sin necesidad de disimulo, el que está solo acecha con sus oídos a todo aquel que se cuele en el perímetro de su soledad.
Con la mirada debe tener más ojo. Incomoda que un solitario ponga sus tristes ojos sobre alguien. No importa que nos escuche convivir, pelear, amar y sociabilizar. Eso sí, que no nos viole con su mirada, la mirada envidiosa del que no ha podido pillar silla en el juego de la comunicación social.
Echo de menos a F.
Aunque también me echaba de menos a mí mismo...
Ni a la postre ni actualmente puedo afirmar que se trate de una excusa. Más bien consiste en la piedra angular y vertebradora de estos días de retiro en mitad del bosque.
Lo cierto es que ante este diario de escritor en ciernes queda mucho mejor afirmar que he venido hasta aquí en busca de silencio, silencio a secas. En todo caso, silencio como medio para escribir una novela, jamás una tesina. ¡Qué extravagancia!.
Se amplifica el eco, el eco que provocamos al movernos, al comer, al abrir las puertas, al estar en silencio.
Observo cómo la persona que está sola tiene vía libre para escucharlo todo. Sin necesidad de disimulo, el que está solo acecha con sus oídos a todo aquel que se cuele en el perímetro de su soledad.
Con la mirada debe tener más ojo. Incomoda que un solitario ponga sus tristes ojos sobre alguien. No importa que nos escuche convivir, pelear, amar y sociabilizar. Eso sí, que no nos viole con su mirada, la mirada envidiosa del que no ha podido pillar silla en el juego de la comunicación social.
Echo de menos a F.
Aunque también me echaba de menos a mí mismo...
sábado, julio 30, 2005
El Deseo, Producciones Cinematográficas, S.A.
Y una arenga final: no queremos que nos persigan, ni que nos prendan, ni que nos discriminen, ni que nos maten, ni que nos curen, ni que nos analicen, ni que nos expliquen, ni que nos toleren, ni que nos comprendan: lo que queremos es que nos deseen.
Néstor Perlongher
Néstor Perlongher
Ventana abatible y copa de árbol (transfusión, expiración)
La habitación era un dormitorio, no hay duda. Era un dormitorio parecido al de mi madre o al de mi abuela: en penumbra, con las sábanas lisas, suaves y frescas. En él, junto a mí, estaba mi amigo F.
F. siempre aparece en mis sueños como Chus en las películas de Almodóvar. Es difícil de explicar, pero su presencia en ellos me produce una extraña sensación de familiaridad. Sin embargo, el viento, que parecía mover la casa en la que estábamos con la fuerza con la que el soplo del lobo movía la de paja del pequeño de los cerditos, impedía que la presencia de F. consiguiera apaciguarme.
El papel protege a la piedra pero es cortado por la tijera...
De repente, mi mirada se detiene en la ventana abatible situada a mi derecha. El peligro es inminente y, sin que me de tiempo a reaccionar (a F. lo he perdido), los millones de pequeñas hojas que pueblan la copa de un árbol contiguo a la ventana, comienzan a entrar en la habitación volviendo el aire irrespirable. Las hojas son tan diminutas como las del arrayán (o boj) que tenemos en el balcón de casa. Su tamaño y la velocidad a la que viajan las convierte en elementos siniestros, porque cortan, arañan y se instalan en la garganta ahogándote.
El fenómeno es como una transfusión a gran velocidad: la casa se ha convertido en el interior de una aspiradora cuya boca de aspiración es la ventana abatible, inaccesible.
Me he despertado con una terrible sensación de estar despeinado. Como si el pelo me llegase hasta las rodillas y lo tuviese todo revuelto.
F. siempre aparece en mis sueños como Chus en las películas de Almodóvar. Es difícil de explicar, pero su presencia en ellos me produce una extraña sensación de familiaridad. Sin embargo, el viento, que parecía mover la casa en la que estábamos con la fuerza con la que el soplo del lobo movía la de paja del pequeño de los cerditos, impedía que la presencia de F. consiguiera apaciguarme.
El papel protege a la piedra pero es cortado por la tijera...
De repente, mi mirada se detiene en la ventana abatible situada a mi derecha. El peligro es inminente y, sin que me de tiempo a reaccionar (a F. lo he perdido), los millones de pequeñas hojas que pueblan la copa de un árbol contiguo a la ventana, comienzan a entrar en la habitación volviendo el aire irrespirable. Las hojas son tan diminutas como las del arrayán (o boj) que tenemos en el balcón de casa. Su tamaño y la velocidad a la que viajan las convierte en elementos siniestros, porque cortan, arañan y se instalan en la garganta ahogándote.
El fenómeno es como una transfusión a gran velocidad: la casa se ha convertido en el interior de una aspiradora cuya boca de aspiración es la ventana abatible, inaccesible.
Me he despertado con una terrible sensación de estar despeinado. Como si el pelo me llegase hasta las rodillas y lo tuviese todo revuelto.
sábado, junio 25, 2005
Repentina asociación de ideas foucaultiana
Lo he pensado mientras salía de la ducha y le daba vueltas a porqué la gente tiende a asignarme un papel inamovible al relacionarse conmigo... quizás sea yo el que se precipita a cogerlo... y luego he pensado en la culpa, la hermana gorda y trastornada de la responsabilidad, y en cómo la culpa nos obliga a hablar, a confesarnos...
En mi necesidad de confesión (entendida en un sentido amplio, interpetable) está la clave de muchas de mis relaciones... soy un mal jugador de cartas. Pésimo, diría yo...
En mi necesidad de confesión (entendida en un sentido amplio, interpetable) está la clave de muchas de mis relaciones... soy un mal jugador de cartas. Pésimo, diría yo...
viernes, junio 17, 2005
Taxonomía
Breeders/Reproductores/Sacerdotes/Curas
Heterosexistas/Machistas/Homófobos
Heterosexuales con pluma heterosexual (o heterosexuales a secas)
Heterosexuales con pluma no-heterosexual
Mummy-boys
Heterosexuales que realizan actos homosexuales
Heterosexuales homoerotómanos
Bisexuales heterosexuales
Bisexuales homosexuales
Bisexuales homófobos
Bisexuales gays
Homosexuales homófobos
Homosexuales masculinistas
Homosexuales plumófobos
Gays
Maricones
Queens
Queers
QQ
Heterosexistas/Machistas/Homófobos
Heterosexuales con pluma heterosexual (o heterosexuales a secas)
Heterosexuales con pluma no-heterosexual
Mummy-boys
Heterosexuales que realizan actos homosexuales
Heterosexuales homoerotómanos
Bisexuales heterosexuales
Bisexuales homosexuales
Bisexuales homófobos
Bisexuales gays
Homosexuales homófobos
Homosexuales masculinistas
Homosexuales plumófobos
Gays
Maricones
Queens
Queers
miércoles, junio 08, 2005
Entropía
De nuevo esa sensación de caída eterna en el desorden...
A la promesa del trabajo bien hecho ronda en cuestión de segundos el abandono: las flores que se pudren, la habitación que se llena de pelusas, una nueva discusión con el novio, la cuenta corriente que se derrumba, el malentendido con los amigos, los kilos de más, el cansancio, la insatisfacción que prosigue a un pequeño éxito conseguido, ese nuevo desperfecto en la cocina...
El mito de Sísifo, condenado a subir eternamente una enorme piedra a lo alto de una cima.
Leí en un libro de física que el segundo principio de la termodinámica, esto es, la entropía, estaba relacionado con la linealidad del tiempo. Me quedé con la imagen del vaso que se cae y se hace añicos. Así es nuestra visión del tiempo. Porque miles de añicos recomponiéndose para formar un vaso es pura imagen trucada. La belleza del cine. La lucha contra el tiempo.
A la promesa del trabajo bien hecho ronda en cuestión de segundos el abandono: las flores que se pudren, la habitación que se llena de pelusas, una nueva discusión con el novio, la cuenta corriente que se derrumba, el malentendido con los amigos, los kilos de más, el cansancio, la insatisfacción que prosigue a un pequeño éxito conseguido, ese nuevo desperfecto en la cocina...
El mito de Sísifo, condenado a subir eternamente una enorme piedra a lo alto de una cima.
Leí en un libro de física que el segundo principio de la termodinámica, esto es, la entropía, estaba relacionado con la linealidad del tiempo. Me quedé con la imagen del vaso que se cae y se hace añicos. Así es nuestra visión del tiempo. Porque miles de añicos recomponiéndose para formar un vaso es pura imagen trucada. La belleza del cine. La lucha contra el tiempo.
martes, junio 07, 2005
Veraneo
"Puedo ver la brillante franja de césped verde que se extiende tras el muro, arriba el cielo claro y azul, y el sol brilla en todas partes. La vida es hermosa. Que las futuras generaciones la libren de todo mal, opresión y violencia y la disfruten plenamente".
León Trotsky, 1940
Llegó el verano, con su torridez llena de promesas invernales.
León Trotsky, 1940
Llegó el verano, con su torridez llena de promesas invernales.
miércoles, junio 01, 2005
El fantasma de la libertad
Siempre has estado buscando a alguien que te otorgue la libertad.
El día que lo encuentres, te convertirás de inmediato en su prisionero.
El día que lo encuentres, te convertirás de inmediato en su prisionero.
El oficio de vivir
¿Por qué la gente adopta poses, y hace el dandy, o el escéptico, o el estoico, o el sans-souci, etc.? Porque siente que hay una superioridad en afrontar la vida con arreglo a una fuerza, una disciplina que nos damos, por lo menos en pensamiento.
Y en realidad éste es el secreto de la felicidad: asumir una actitud, un estilo, un molde en el que deben entrar y modelarse todas nuestras impresiones y expresiones.
Toda vida vivida según un molde coherente y comprensivo y vital, es clásica.
Cesare Pavese, El oficio de vivir (escrito tal día como hoy del año 1940, en plena guerra mundial)
Y en realidad éste es el secreto de la felicidad: asumir una actitud, un estilo, un molde en el que deben entrar y modelarse todas nuestras impresiones y expresiones.
Toda vida vivida según un molde coherente y comprensivo y vital, es clásica.
Cesare Pavese, El oficio de vivir (escrito tal día como hoy del año 1940, en plena guerra mundial)
Proust desde Pavese
Proust está obsesionado con la idea de que toda esperanza, al realizarse, queda sustituida justamente por el nuevo estado y por lo tanto borra el precedente (sueños de Swann de que se casará. Sueños de Je de que será recibido en casa de Swann). Además de la incomunicabilidad de las almas, también la de los estados de ánimo entre sí. De ahí la sensación de que todo es relativo y vano - a menos que se recobre el temps perdu. De ahí el gusto por la libre fantasía y el sádico relieve dado a que, en los choques con la realidad, ésta se desvanece y es preciso por tanto buscar una ley que sirva para eternizar todo sueño.
Cesare Pavese, El oficio de vivir (entrada del 13 de noviembre de 1938)
Cesare Pavese, El oficio de vivir (entrada del 13 de noviembre de 1938)
martes, mayo 24, 2005
CuCa (Cuento Camp)
Se había peleado con el novio. Habían tenido una de esas tardes duras, de msm y apocalipsis.
Llegó tarde a casa y cuando entró en su habitación, lo primero que vió fue su albornoz, de cuerpo presente sobre la cama. Se había ido de allí enfadado y con las prisas olvidó colgarlo sobre la percha del cuarto de baño. De su novio, ni rastro.
En un mensaje le había escrito que lo quería y ahora, imaginándolo sobre su cama, con una mueca entre el rencor y el sueño, venía a decírselo de viva voz. Pero no estaba.
En dos segundos se había hecho a la idea del abandono y justo cuando pensaba en la bonanza de una futura soltería, ya en el cuarto de baño, vió a una horrible cucaracha negra meneando sus antenas sobre el precipicio de la bañera.
Su grito sonó como el de una loca que, tras años de cómodo matrimonio, se asoma a un futuro de incertidumbre, soledad y kilos de grasa mal repartidos.
En ese momento apareció su novio, que estaba acostado en el cuarto de invitados. Dijo ¿qué pasa? y él, entendiendo lo mucho que había envuelto en aquella pregunta, señaló tembloroso hacia su futuro, metamorfoseado en cucaracha, a fin de que su novio, raudo, escoba en mano, no dudase en matarla sin piedad. Y así lo hizo, salvándolo, validando las expectativas, la ontológica marital a la que uno aspira cuando deja de ser uno solo...
Llegó tarde a casa y cuando entró en su habitación, lo primero que vió fue su albornoz, de cuerpo presente sobre la cama. Se había ido de allí enfadado y con las prisas olvidó colgarlo sobre la percha del cuarto de baño. De su novio, ni rastro.
En un mensaje le había escrito que lo quería y ahora, imaginándolo sobre su cama, con una mueca entre el rencor y el sueño, venía a decírselo de viva voz. Pero no estaba.
En dos segundos se había hecho a la idea del abandono y justo cuando pensaba en la bonanza de una futura soltería, ya en el cuarto de baño, vió a una horrible cucaracha negra meneando sus antenas sobre el precipicio de la bañera.
Su grito sonó como el de una loca que, tras años de cómodo matrimonio, se asoma a un futuro de incertidumbre, soledad y kilos de grasa mal repartidos.
En ese momento apareció su novio, que estaba acostado en el cuarto de invitados. Dijo ¿qué pasa? y él, entendiendo lo mucho que había envuelto en aquella pregunta, señaló tembloroso hacia su futuro, metamorfoseado en cucaracha, a fin de que su novio, raudo, escoba en mano, no dudase en matarla sin piedad. Y así lo hizo, salvándolo, validando las expectativas, la ontológica marital a la que uno aspira cuando deja de ser uno solo...
martes, mayo 17, 2005
Laicida
Me comenta F. que la nueva dirección de su hermana en Francia es rue Voltaire.
Su antigua dirección en Sevilla era calle Santa Ana.
Es cierto que no está mal el tránsito en las solapas de las cartas: de escribir el nombre de la madre de la Virgen a retorcer los trazos zigzagueantes de un ilustrado anticlerical.
Su antigua dirección en Sevilla era calle Santa Ana.
Es cierto que no está mal el tránsito en las solapas de las cartas: de escribir el nombre de la madre de la Virgen a retorcer los trazos zigzagueantes de un ilustrado anticlerical.
lunes, mayo 09, 2005
La historia del tiempo llega a su fin
Leo en la Historia del tiempo de Stephen W. Hawking a propósito de un científico francés:
"Joël Scherk murió en circunstancias trágicas (padecía diabetes y sufrió un coma en un momento en que no había nadie cerca de él para ponerle una inyección de insulina)".
Descubro que murió en París. Claro, pienso, la ciudad de los gatos solitarios. La ciudad en que aquello que siempre te pilla a mano son los estratos de muerte.
Y luego leo:
"El determinismo de Laplace era incompleto en dos sentidos. No decía cómo deben elegirse las leyes y no especificaba la configuración inicial del universo. Esto se lo dejaba a Dios. Dios elegiría cómo comenzó el universo y qué leyes obedecería, pero no intervendría en el universo una vez que éste se hubiese puesto en marcha. En realidad, Dios fue confinado a las áreas que la ciencia del siglo XIX no entendía".
¿No es la búsqueda de la última respuesta una forma de matar a Dios? La física acorrala a Dios como se acorrala a las sombras al abrir las ventanas de una casa cerrada. Desde el punto de vista del conocimiento, Dios se asemeja más a las tienieblas que a la luz.
"Joël Scherk murió en circunstancias trágicas (padecía diabetes y sufrió un coma en un momento en que no había nadie cerca de él para ponerle una inyección de insulina)".
Descubro que murió en París. Claro, pienso, la ciudad de los gatos solitarios. La ciudad en que aquello que siempre te pilla a mano son los estratos de muerte.
Y luego leo:
"El determinismo de Laplace era incompleto en dos sentidos. No decía cómo deben elegirse las leyes y no especificaba la configuración inicial del universo. Esto se lo dejaba a Dios. Dios elegiría cómo comenzó el universo y qué leyes obedecería, pero no intervendría en el universo una vez que éste se hubiese puesto en marcha. En realidad, Dios fue confinado a las áreas que la ciencia del siglo XIX no entendía".
¿No es la búsqueda de la última respuesta una forma de matar a Dios? La física acorrala a Dios como se acorrala a las sombras al abrir las ventanas de una casa cerrada. Desde el punto de vista del conocimiento, Dios se asemeja más a las tienieblas que a la luz.
domingo, mayo 08, 2005
Desdicho
En el sueño había una persona y un perro. Recuerdo perfectamente la carita del perro, y el tacto de su pelo (aunque sólo lo toco una vez). El humano se desbibuja... pero si tuviese que relacionarlo con alguien conocido sería con F., un argentino delgado y canoso, de aproximadamente 40 años, que tiene un restaurante hacia el norte de mi casa y un hotelito hacia el sur. Al perro lo puedo ver con nitidez. Tiene un ojo pintado de azul y otro de rojo, con los rabillos dibujados al estilo de las folklóricas de los años 70. La persona que está a su lado (al que por una extraña razón asocio con F. y que es su dueño), le dice que me de un libro. El perrito me lo trae. Al recogerlo, me fijo que sobre la tapa posterior, color sol, apenas ha dejado la marca de sus dientes. Observo esto como un tímido gesto de confianza. Así que intento acariciarle el cuello, a modo de agradecimiento. Pero el movimiento del cuello del perro no deja lugar a dudas: una naúsea de rechazo recorre su cuerpo. Antes de que todo esto ocurriera, yo he esperado (no físicamente, porque apenas han transcurrido unos segundos, pero sí psíquicamente) a que el dueño diese órdenes a su mascota de tratarme como a un amigo. Pero el dueño no lo ha hecho. Tan sólo le ha ordenado que me pasara ese libro cuyo título no recuerdo. Yo era consciente del clima de leve desconfianza que había en aquel lugar (posiblemente un porche, el nacimiento de un jardín): sabía que el dueño, quizás justificadamente, no se entregaría del todo a mi presencia y que yo tendría que ganármelo. Y que sólo después de estar confiado, transmitiría su seguridad al perro, y que de ello dependería que mi eventual gesto de agradecimiento al animal fuera recibido con plenitud y agrado. Pero esa desconfianza débil (como la débil incomodidad del fresco en las noches de primavera) estaba allí instalada como el propio reflejo en una galería de espejos, y yo andaba a tientas, con sumo cuidado, como si llevase un vaso a rebosar por una escalera a oscuras.
-¿Desdice esta entrada la declaración de principios inaugural de este blog?
-Probablemente, pero no tenía dónde apuntar esta inquietud.
-¿Desdice esta entrada la declaración de principios inaugural de este blog?
-Probablemente, pero no tenía dónde apuntar esta inquietud.
viernes, mayo 06, 2005
La prisionera
Quisiera que La Prisionera fuera un diario, mi diario.
Declarado el principio, sólo me queda explicarlo: me refugiaré en la cita. En la cita ajena. En la cita de otros.
Esto significa que será la palabra de otros la que tome prestada para dar fe de mis placeres y mis días...
Lo que me lleva a convertir mi diario íntimo en un préstamo es una mezcla de humildad y soberbia. Humildad porque me veo incapacitado para escribir con asiduidad de manera bella. Soberbia porque me veo incapacitado para escribir con asiduidad de manera bella y, sin embargo, deseo un diario impecable.
Mi labor será como la de un dj, una labor en la que la selección sea la única forma de creación.
Muchos dirán que no arriesgo. Pero no hay nada más arriesgado que ser la pausa entre lo leído y lo copiado. Entre lo aprendido y lo amado. Porque somos esa pausa. En eso consistimos.
Con las citas de este diario no deseo desaparecer, como Simone Weil, "para que las cosas que veo se vuelvan perfectamente hermosas por no ser ya cosas que veo". Nada más lejos.
Más bien, deseo que las cosas que me pasan se vuelvan perfectamente hermosas por ser otros las que las ven como yo, conmigo.
La prisonnière es el quinto volumen de En busca del tiempo perdido, de Proust. A mí me pasa que me siento prisionero de los demás, de algunos de ellos, de sus palabras, de su préstamo, de su huella.
Declarado el principio, sólo me queda explicarlo: me refugiaré en la cita. En la cita ajena. En la cita de otros.
Esto significa que será la palabra de otros la que tome prestada para dar fe de mis placeres y mis días...
Lo que me lleva a convertir mi diario íntimo en un préstamo es una mezcla de humildad y soberbia. Humildad porque me veo incapacitado para escribir con asiduidad de manera bella. Soberbia porque me veo incapacitado para escribir con asiduidad de manera bella y, sin embargo, deseo un diario impecable.
Mi labor será como la de un dj, una labor en la que la selección sea la única forma de creación.
Muchos dirán que no arriesgo. Pero no hay nada más arriesgado que ser la pausa entre lo leído y lo copiado. Entre lo aprendido y lo amado. Porque somos esa pausa. En eso consistimos.
Con las citas de este diario no deseo desaparecer, como Simone Weil, "para que las cosas que veo se vuelvan perfectamente hermosas por no ser ya cosas que veo". Nada más lejos.
Más bien, deseo que las cosas que me pasan se vuelvan perfectamente hermosas por ser otros las que las ven como yo, conmigo.
La prisonnière es el quinto volumen de En busca del tiempo perdido, de Proust. A mí me pasa que me siento prisionero de los demás, de algunos de ellos, de sus palabras, de su préstamo, de su huella.