Proust está obsesionado con la idea de que toda esperanza, al realizarse, queda sustituida justamente por el nuevo estado y por lo tanto borra el precedente (sueños de Swann de que se casará. Sueños de Je de que será recibido en casa de Swann). Además de la incomunicabilidad de las almas, también la de los estados de ánimo entre sí. De ahí la sensación de que todo es relativo y vano - a menos que se recobre el temps perdu. De ahí el gusto por la libre fantasía y el sádico relieve dado a que, en los choques con la realidad, ésta se desvanece y es preciso por tanto buscar una ley que sirva para eternizar todo sueño.
Cesare Pavese, El oficio de vivir (entrada del 13 de noviembre de 1938)