Observando estas fiestas desde la calle húmeda mientras voy de una casa a otra, reflexionando a propósito de algunas fotos ajenas sobre la paternidad, la herencia y la cultura heterosexual, escuchando música antigua hecha
ex profeso para el día de navidad, fisgoneando la miserable vida de los otros (que es la mía también)... uno se siente profundamente tranquilo al pensar que uno se irá con todo, que tras uno se sellará el mundo conocido, dejando atrás ese algo calamitoso que es común a toda la humanidad.