lunes, febrero 16, 2009

El eterno viajar

El título está inspirado en uno de Claudio Magris, El infinito viajar.
Ahora que F. está fuera un mes y que no quiero Madrid, a pesar de mi curso de escritura, fantaseo con la idea de hacer un viaje en solitario.
Pienso en París, que no se acaba nunca y que tanto amo. Me deprime.
Pienso en alguna ciudad bañada por el Danubio, Viena o Budapest. Me deprimen.
Pienso en Praga, por Kafka, en Suiza, por Walser, en el Trieste de Svevo o de Claudio Magris. Se trata de leer y viajar. O de viajar con libros. Libros con los que viajas, viajes inspirados en libros.
Todo me deprime: Nueva York, Buenos Aires sin F., la Venecia de hace un año por estas fechas, Marrakech en invierno, Londres, Barcelona, Estambul...
Hasta Lisboa me deprime.
Sólo hay una que me viene a la cabeza con el perfume denso de la primavera.
Sólo hay una cuyo recuerdo cura mi desánimo. Una ciudad colorista, caótica, densa.
La primera a la que viajé solo.
El palíndromo de amor...
ROMA.