En este país de caminos sin asfaltar, casas mal construidas, arreglos chapuceros, nobleza campestre, televisión insufrible, juventud podrida, madurez cínica, ídolos de bajo derecha, verborrea siniestra, literatura barata, cine descomprometido y devoción por lo inconfortable parece que la cocina es el único asunto mundano que tiende a refinarse cada vez más.
Es como si después de tantos siglos de hambre, hubiesemos sublimado (en el sentido más psicoanalítico) tal carencia.